Veritas Et Scientia
Vol. 12. N° 2
Julio –
Diciembre del 2023
ISSN Edición
Online: 2617-0639
https://doi.org/10.47796/ves.v12i02.880
ARTÍCULO ORIGINAL
La cuestión
representativa en el primer Chile constituyente. Discursos y revisión
conceptual desde un estudio de caso[1]
The question of representation in
Chile´s first constituent process.
Discourses and revision of the concept from a case study
Andrés González-Flores[2]
Universidad
Complutense de Madrid
https://orcid.org/0000-0001-5016-9830
Recibido: 26/11/2023
Aceptado: 28/12/2023
Publicado online: 29/12/2023
RESUMEN
Palabras clave: Representación Política, Responsiveness, Presencia, Chile, Análisis
de discurso
ABSTRACT
The concept of political representation and the
discursive circulation of its dimensions offer interesting elements to analyze
the Chilean social outburst and the subsequent constitutional process. To this
end, a theoretical toolbox is used that draws on the renewal of the literature
on representation and its combination with categories from Laclau's work. The
aim is to postulate a case study that proposes a discourse analysis of material
from relevant actors in the first phase of the constituent process. This allows
for a discussion that puts responsiveness, presence, the construction of the
demos of interpellation or the relations between the representative and
legitimacy at the forefront of the representative question.
Keywords: Political Representation, Chile, Presence, Responsiveness, Discourse
analysis
INTRODUCCIÓN
Al aproximarnos a
la representación política abordamos un concepto guía del pensamiento y la
ciencia política que viene acompañado de una larga trayectoria de discusión. A
pesar de esta dilatada historia aún merece la pena volver una y otra vez al
fenómeno representativo para encontrar vacíos en su abordaje, lugares comunes
reiterados y revisables o ponerlo a la luz de los desafíos y casos
contemporáneos. Así, podemos observar su interpelante vigencia, como ocurre en
el caso chileno donde los contenidos de representación política han emergido
con singular potencia en los discursos de los actores. Chile puede alumbrar un
apasionante debate sobre la representación política de nuestro tiempo.
Ahora, no se
pretende ofrecer una explicación de las crisis de las instituciones
representativas de las democracias liberales. Los estallidos sociales y los sucesos
políticos que les suceden no tienen que ser leídos únicamente desde la óptica
de la crisis de representación, asociada a la perspectiva de la crisis de los
sistemas de partidos al estilo Morgan (2012) o como ya señalaba Manin (1998) a
la propia crisis de la democracia de partidos. En la esfera pública, en un
contexto de crisis son múltiples las nociones y dimensiones de representación
circulantes, que pueden contar con mayor o menor difusión, que pueden estar en
auge o en reflujo. La representación es un concepto amplio, multidimensional y
difícil de acotar, se corresponde con un fenómeno político complejo tal y como
los entiende Innerarity (2020). Por lo que no perdamos de vista que también son
múltiples las dimensiones y nociones en momentos de orden. Si bien, se tornan
más visibles y cuentan con mayor disponibilidad para su articulación discursiva
en las crisis.
Por tanto, aunque
se entiende que el abordaje de la crisis de representación ofrece marcos
analíticos de enorme interés para entender causas de quiebres institucionales o
de sistemas de partidos[3].
Aquí, se pretende identificar qué nociones de representación política circulan
en algunos de los discursos de actores políticos relevantes. Nos estamos
preguntando por dimensiones e ideas de representación circulantes en el periodo
que va desde los inicios del estallido social hasta el plebiscito
constitucional del 4 de septiembre de 2022. La acumulación del estallido, el
proceso constituyente, las cinco convocatorias electorales que han tenido lugar
entre octubre de 2020 y septiembre de 2022, en un contexto de cambios profundos
en la sociedad chilena, dota al caso de un apasionante potencial diferencial
para el análisis desde la representación política.
En concreto, nos
preguntamos en el caso chileno por: ¿Qué papel ha tenido la cuestión de la
presencia/ausencia de determinados sectores poblacionales en la construcción de
las nociones de representación que han operado en la circulación discursiva?
¿Cómo ha intervenido la noción de receptividad en el imaginario de la relación
representante-representado? ¿Cómo intervienen en el discurso las dimensiones
descriptivas en la construcción del demos de la comunidad de representación?
¿En qué sentido han operado las capacidades representativas asociadas a los
actores para la deslegitimación del orden previo y de los adversarios, y a la
inversa, a la legitimación del nuevo orden por parte de los actores
protagonistas? ¿Qué interacciones podemos observar entre las nociones de
autorización, mandato, receptividad o deliberación?
El artículo se
postula como una lectura del caso chileno desde algunas dimensiones relevantes
del concepto de representación. En primer lugar, se exponen los lineamientos
teóricos que constituyen el corpus informante de las preguntas a las que se ve
sometido el caso. Se propone realizarlo a través de las dimensiones de mandato,
rendición de cuentas, deliberación y, con especial foco en las nociones de
receptividad y la presencia. Estas dimensiones intrínsecas a la literatura de
la representación política (entre otras: Pitkin, 1985; Manin, 1998; Sartori,
1999, 2015; Urbinati, 2004; 2005; Shapiro, 2009; Brito Vieira, 2017) se
acompañan de algunos conceptos de la obra de Laclau y Mouffe. Que nos lleva a
prestar una mayor atención a cómo se conforman las nociones del demos, la
emergencia de la voluntad o la otredad representativa. Abordar este objeto de
estudio desde este enfoque teórico y en conversación con las teorías
representativas es un aporte que se postula con una potencialidad de innovación.
Los nodos conceptuales utilizados son el abordaje de la constitución de lo
social y lo político, el concepto de política y de hegemonía, la visión de la
ruptura y del institucionalismo (Laclau, 1978, 1993, 1996; Laclau y Mouffe,
2015; Franzé, 2015, 2021).
Este artículo
tiene entre sus objetivos ofrecer una narrativa de la que puedan emerger
variables de interpretación del fenómeno representativo en el caso chileno. De
tal manera que plantea un desafío de validez a los nodos teóricos de
representación propuestos. Lo hace desde un estudio de caso que analiza el
material discursivo de tres actores relevantes del estallido y, sobre todo, del
proceso constituyente chileno en su primer periodo 2021-2022: Daniel Stingo,
Giovanna Grandón y Elisa Loncon.
Se plantea un
análisis de discurso de tipo estructural en tres fases. Un primer momento
medular y de corte más inductivo realizado en el software de análisis Atlas.Ti
que permite hacer emerger la primera materia procesada para el análisis: las
citas y la codificación. Un segundo paso, que dota de una coherencia interna y
unifica los discursos mediante una narración analítica-interpretativa. Por
último, una discusión a modo de lectura teórica general de la circulación
discursiva de lo representativo en el caso, que permite el contraste desde una
visión más conceptual, tratando de trazar vínculos con el marco teórico. Se
pretende ofrecer un abordaje desde el análisis de discurso que pueda adquirir
un relativo grado de abstracción que pueda servir de punto de interés para
abordar el funcionamiento de lo representativo. Esta modalidad de análisis
desde la representación política se postula como un punto innovador para el
caso chileno y para los propios estudios vinculados a la representación
política.
Estado
de la cuestión
Los estudios de
representación política han sido objeto de una destacada renovación en las
últimas décadas. Renovación, que ha venido protagonizada particularmente desde
las aportaciones y discusiones producidas en el ámbito de la ciencia política
de la constelación universitaria norteamericana. Puede observarse como
antecedente a esta renovación la publicación en 1967 de El Concepto de
Representación de Hanna Fenichel Pitkin. De manera más cercana en el tiempo
autores como Bernard Manin y su obra Los principios del gobierno
representativo de 1997, Rethinking representation en 2003 de Jane
Mansbridge, la continua aportación de Michael Saward (2006, 2008, 2009, 2010,
2020) a través de la teorización del representative claim o Monica Brito
Vieira (2017) desde el pensamiento hobbesiano. Destacan en esta renovación
también Andrew Rehfeld (2006, 2009, 2011), Nadia Urbinati (2004, 2005, 2008),
Suzanne Dovi (2007) o Elena García Guitián (2000, 2001). También, pensadores
que desde la reflexión sobre las democracias contemporáneas acaban abordando el
concepto, como Giovanni Sartori (1999, 2015), Peter Mair (1998) o Adam
Przeworski (2010).
La literatura de
mayor difusión e impacto en la actualidad desde la representación política la
encontramos en los estudios de la presencia política, en especial de las
mujeres. Aquí, han destacado categorías como la propia noción de presencia o
las dimensiones pitkinianas de representación descriptiva, simbólica y
sustantiva. Son muchas las autoras, a modo de ejemplo: Ane Philips (1998) y su The
Politics of Presence, Kenworthy y Malami (1999), Beth Riengold (2008),
Wängnerud (2009), Mackay (2004) o Miki Caul (1999). También han sido
desarrollados en el ámbito LGTBIQ+, de las clases sociales, colectivos
racializados o desde la composición étnico-territorial.
Los estudios de
representación cuentan con una vertiente netamente empírica, desarrollada
especialmente en época reciente por los mencionados estudios de género
(Philips, 1998; Mackay, 2004; Reingold, 2008; Wängnerud, 2009; McEvoy, 2016).
En esta vertiente más aplicada quedan múltiples líneas por sondear. La
producción de modelos de aplicación que ofrezcan variables e indicadores que
operacionalicen refinadamente la representación y sus dimensiones es una
interesante línea que continuar desarrollando. Aun siendo una tarea compleja,
por la naturaleza multinivel del fenómeno, es una tarea creativa, de
sistematización teórica y de precisión conceptual que puede contribuir a abrir
nuevas vías de investigación.
Hay una vertiente
de los estudios de representación, que se centran en la crisis del fenómeno.
Podemos verlo, en el caso de Dalton (2020), Morgan (2013) o Simón (2018) que
leen la crisis de representación desde el colapso de los sistemas de partidos.
En esta explicación, la ruptura de la relación representativa se produce ante
shocks o retos externos para la relación votantes-partidos, véase una crisis
económica, y constreñimientos políticos institucionales y/o contextuales:
convergencia programática entre partidos, incorporación de intereses limitada y
caída de redes clientelares. Esto es un enfoque de interés para el caso
chileno, si bien en este artículo se opta por otro camino.
Se entiende que
hay un problema con el propio concepto de representación y con la crisis de
representación. Similar a la línea apuntada por Gerchunoff (2022), quien señala
que la crisis de representación es permanente y no solucionable. Argumenta que:
la representación
jamás ha dejado de estar en crisis, pero en todas las épocas han interpretado
ese fenómeno como algo que les es propio, como algo coyuntural. Se trata, pues,
de un malestar permanente que, sin embargo, siempre adopta una cualidad epocal:
tenemos la impresión de que la distancia entre representantes y representados
nunca deja de aumentar respecto de un pasado en el que ese hiato era menor, en
que la representación no había entrado aún en crisis. No obstante, es imposible
encontrar un solo periodo histórico en el que el desarrollo de la democracia representativa
no haya tenido como telón de fondo el llanto por la crisis de la
representación, aunque se utilizaran diversos lenguajes para señalarla (Gerchunoff,
2022, p.121-122).
Para Gerchunoff
(2022), la crisis es un lamento de naturaleza esencialmente melancólica.
Nosotros vamos a entender la representación en la relación con el orden y la
crisis inserta en la imperfección de la constitución de órdenes e identidades
políticas, en el sentido de Laclau y Mouffe (2015). No nos interesará entonces
el análisis de las causas de la crisis de representación, sino como el
contenido representativo circula en esa continuidad de los tránsitos entre
institucionalización del orden y su desinstitucionalización. Una normalización
de la crisis nos lleva a una normalización de la representación.
Líneas
teóricas a evaluar en el caso
Se plantea el
abordaje de cinco bloques temáticos en torno al concepto de representación. El
primero de ellos (B1), se inserta en las dinámicas orden-crisis fundamentado en
la concepción de Laclau (Laclau, 1993; Laclau y Mouffe, 2015; Franzé, 2021). Se
va a entender que el orden político institucionaliza, lo que incluye una
despolitización de contenidos y demandas, en el sentido de una sedimentación
suficiente de los contenidos políticos como para sustraer de la disputa por el
sentido entre los actores. Una concepción de la política como luchas por el
sentido, construcción y desinstitucionalización de órdenes políticos (Franzé,
2015). Así, el contenido representativo en el momento de orden vendrá
despolitizado y a la inversa su cuestionamiento explícito en los discursos
públicos nos permitirá observar las dinámicas de politización de revisión del
orden o su desinstitucionalización. Precisamente, desde esta perspectiva
teórica se entiende la presencia de una tensión permanente entre la impugnación
y la reproducción del orden político, entre lo instituyente y lo instituido.
Donde la línea demarcatoria es de difícil identificación.
La emergencia de
la crisis se vislumbra en el debilitamiento del sistema de relaciones que
definen las identidades del espacio político. Lo que permite la emergencia
pública y con relevancia de voces no alineadas al orden instituido. Son estas
las que renovarán la aportación de presencias representativas, las que
impulsarán nuevas lógicas de inclusión. En estas tensiones y emergencias de
contenidos representativos se puede producir la impugnación de los contenidos
que fundamentan las legitimidades de origen del orden anterior y la creación de
nuevas legitimidades.
El segundo (B2)
aborda la conformación de identidades, voluntades y nociones de demos. Se va a
entender la representación como variable central y necesaria de la construcción
discursiva de los procesos de identificación y generación de identidades
(siempre incompletas)[4].
Acorde a la propuesta de Laclau y Mouffe (2015) se constituyen a través de la
fijación de puntos nodales, particularidades que se erigen en conductos del
conjunto. Estos puntos son operadores de inclusión y mediación de lo disperso.
Se trata de la intervención de las lógicas específicas de la equivalencia
(Laclau y Mouffe, 2015), cómo esta tendencia hacia cierta producción de una
comunidad aglutinadora, y de la diferencia (ibid.), como afirmación de la
dispersión y la particularidad. Lógicas que intervienen, por tanto, a través de
integración y exclusión y de presencias y ausencias. Que tienen como producto
la fijación de fronteras que nos permitirá observar la presencia del adversario
en un sentido representativo. La atención a estas lógicas nos permitirá
identificar la ubicación y la emergencia de las nociones de voluntad y las
fórmulas de interpelación que permiten constituciones de los demos, esto vendrá
entendido como contenido del vínculo representativo.
El tercer bloque
(B3) se centra en la construcción y las relaciones representante-representado,
que viene informado por la larga trayectoria del debate mandato imperativo e
independencia del representante. Cuya lectura viene influenciada por los
términos recogidos por Pitkin (1985)[5]. Acorde a la postulación de la inestabilidad
de los procesos de identificación de los postulados posestructuralistas, a
diferencia de la conceptualización estática propia de la propuesta liberal
mayoritaria (Sartori, 1999, 2015; Pitkin, 2004; Urbinati, 2004, 2005), aquí la
demarcación sujeto/objeto de representación es profundamente dinámica. Se torna
una relación continuamente revisada, matizada y graduada. Es un vínculo
inestable. Se debe tratar de entender y visualizar los discursos de
interpelación, que nos orientarán hacia los procesos de creencia, aceptación…
que construyen hilos representativos.
Esto nos permite
un encuadre teórico para las nociones de presencia inmediata de lo representado
en la concepción de la soberanía. Aquellas propuestas que focalizan en una
suerte de voluntad expresada sin sustitución, como conducto inmediato, que se
avecina al mandato imperativo. Aquí no se trataría tanto de evaluar la propia
noción de presencia inmediata, participación directa, su posibilidad o
imposibilidad, o el juicio de valor sobre las propuestas. Simplemente, se le
trata como un significante discursivo que opera e interpela en la relación
representativa[6]. Esto nos evitaría eludir la cuestión de si
las prácticas vinculadas al mandato imperativo son o no parte del concepto de
representación política, o de si son positivas o negativas para el
funcionamiento democrático[7]. Para así poder centrarnos en cómo operan las
nociones de presencia-ausencia. En especial cuando toman forma de crítica a la
representación política instituida, desde una afirmación discursiva en un
sentido de ser y pertenecer al demos del que emerge la voluntad conformante de
la noción representativa. En su sentido inverso, operará como frontera en
presencias discursivas de elitización de la representación y exclusión de
participación del demos interpelado.
Ahora, nos es
posible retomar otras nociones clásicas de la representación: autorización y
rendición de cuentas. Para observar qué rol le otorgan los actores, ante qué y
quienes se somete el representante o en qué temporalidades. Así como, podremos
ubicar el posicionamiento de los intereses, deseos, demandas… de a quienes se
representa.
El cuarto bloque
(B4) pone en valor la noción de responsiveness-receptividad. Esto es, cómo se
construye la capacidad de captación del contenido de lo social y la capacidad y
modalidad de respuesta. Se pretende observar en qué forma y qué relevancia
tiene la receptividad. Poniendo el foco sobre los equilibrios y relaciones
discursivas de la responsiveness con otros fenómenos de la representación
política como la rendición de cuentas, la independencia de juicio de la
representación, la responsabilidad, la destitución-rotación o la concepción
deliberativa de las cámaras.
El quinto (B5)
nos permitirá observar la emergencia del contenido representativo en el sentido
de vinculación a la presencia. Aquí, se mantendrá nominalmente las categorías
representación descriptiva y representación simbólica[8]. La descriptiva hará referencia a los
caracteres que conforman al sujeto representante en cuanto caracteres de la
persona, pensemos en términos de género, de categoría profesional, origen
territorial o identificación étnica. La
simbólica a operadores alegóricos, figurativos o metafóricos no asociadas a
personas que se correspondan con imaginarios que doten de sentido
representativo.
A modo de cierre
y síntesis se plantea en forma de hipótesis teóricas de especial relevancia:
H0. El análisis
desde la práctica articulatoria como herramienta de construcción política
permite visualizar cómo operan las dimensiones representativas en la
conformación de las cadenas de equivalencia, a través de las dinámicas de
inclusión/exclusión y presencia/ausencia, que constituyen las identidades
políticas.
H1. Una
perspectiva con mayor sensibilidad a la modulación de las demandas y anhelos
del demos en continua mutación permite una visión regeneracionista del lazo
representativo que permite interpretar los cambios en el orden y los tránsitos
crisis-orden.
H2. La lógica
inclusión/exclusión de las dimensiones de la presencia son relevantes en el
tránsito del orden a la crisis (y viceversa). La activación de la exclusión o
señalamiento de la ausencia de caracteres descriptivos-simbólicos opera con
fuerza en la refundación o debilitamiento del orden. La activación de la
inclusión y el señalamiento de aportar presencia contribuye a la forjación del
orden.
H3. Hay
operadores políticos que al focalizar en la lógica exclusión/inclusión y
ausencia/presencia en la construcción de identidad política logran contar con
una mayor sensibilidad para captar y dar respuesta (genio sensitivo) a los
intereses y demandas que dan forma al contenido representativo. A la inversa
focalizar de manera formalista en la autorización o rendición de cuentas por
intervalos deriva en una pérdida de atención y capacidad de respuesta del
contenido de lo social.
H4. El
reconocimiento de la limitación temporal de la legitimidad de origen es la
condición misma de la legitimidad de ejercicio y la emergencia de nuevas
legitimidades fundantes. Sin puntos de referencia no hay posibilidad de
reformulación conflictiva de la representación.
METODOLOGÍA
El estudio de
caso normalmente exige de una singularidad y particularidad del mismo (Stake,
1995; Vennesson, 2013). El marco temporal y espacial estudiado, octubre 2019
hasta septiembre 2022 en Chile, muestra esa riqueza y complejidad que le dotan
de una naturaleza que conecta adecuadamente con los caracteres del estudio de
caso. Estamos ante un periodo en el que los sucesos políticos excepcionales se
concentran. Chile nos permite visualizar discursos en torno a la representación
que emergen en un estallido social que impugna el orden político y económico.
También, propuestas de emergencia de un nuevo orden a través de un proceso
constituyente vehiculado por una Convención Constitucional, todo un desafío
para el análisis desde la representación política. Una cámara representativa
electa ex novo en mayo de 2021, tras el Acuerdo Por la Paz Social y la
Nueva Constitución del 19 de noviembre de 2019 y legitimado por el mandato del
plebiscito del 25 de octubre de 2020 y que contaba con necesidad de aprobación
en el referéndum de salida del 4 de septiembre de 2022.
A lo que debemos
sumar elecciones municipales, por primera vez elecciones de gobernadores
regionales y primera y segunda vuelta de las presidenciales con actores no
pertenecientes al bipartidismo. Los discursos que emergen en este periodo 2019-2022
son de una gran viveza desde el punto de vista de lo representativo. La
multiplicidad de procesos y variables a tener en cuenta le convierten en una
pieza de interés para las características que ofrecen los estudios de caso,
tanto diacrónicas en la historia de Chile como sincrónicas a nivel regional
para la justificación de este método. Esta riqueza y complejidad que con razón
puede llevar a una visión de excepcionalismo, no debe perder de vista el
objetivo de sistematizar y acotar categorías. Precisamente de este mar de
variables pueden surgir nuevas vías de interpretación, que pueden interaccionar
y complementarse con las ya existentes. Donde el análisis de discursos nos
puede ofrecer perspectivas de cómo operan las categorías en torno a la representación.
Se configura una suerte de estudios de caso heurístico en el que “clarificar el
significado de algunas variables y la validez de indicadores empíricos, sugerir
mecanismos causales alternativos e identificar efectos de interacción pasados
por alto” (Vennesson, 2013, p.242).
Análisis estructural del discurso
Se propone una
aproximación al fenómeno representativo mediante un análisis del discurso de
actores del estallido social y el proceso constituyente chileno. Esto viene
motivado porque permite una búsqueda del sentido del discurso y de las
estructuras del lenguaje, al analizar categorías y representaciones sociales a
través del discurso. Utilizando para ello técnicas de análisis semántico,
relaciones entre distintas formulaciones de la lengua o análisis de sintagmas.
Estas técnicas nos permiten la construcción de categorías como operación básica
de orden y clasificación del material discursivo. A partir de estas “se
transforman los datos y el texto se reduce a unidades que pueden ser
relacionadas, comparadas y agregadas a unidades mayores” (Martinic, 2006,
p.299).
Se cuenta con la
fortaleza de que el análisis estructural no está destinado a comprender los
efectos del discurso sobre el sujeto en particular, sino sobre los sentidos,
ideas, estructuras simbólicas… que construyen lo social. Al analizar los
discursos de sujetos particulares trataremos de enmarcarlos en un encuadre más
amplio que permitan hipotetizar cómo operan las nociones de representación en
el caso chileno. Se propone una composición de la unidad de análisis en tres
fases que permiten articular el proceso de análisis en forma secuencial. Este
proceso va de unidades concretas y dispersas a un sistema general y conectado,
utilizando la herramienta Atlas.Ti.
En una primera
fase se trata de identificar las unidades de sentido básicas: citas y códigos,
que se relacionan entre sí a través de relaciones de oposición y equivalencia.
Las citas y la atribución de sentido a través del código “pueden ser palabras,
secuencias de palabras; verbos, gestos, disposiciones de objetos, etc. que
actúan, de un modo explícito o implícito, en la organización del sentido del
discurso” (Martinic, 2006: 306). En este punto se procede de manera más
inductiva, abierta e interactiva, dejando que el material tenga un momento de
mayor autonomía respecto a la carga teórica trabajada. Es un recorrido que
parte del material sin contar con un itinerario excesivamente acotado.
Se procede a un
análisis de tipo analítico-descriptivo que permita dar cuenta de estas unidades
de sentido que componen los textos (composición) y las relaciones entre estas
en el propio texto (combinación) (Martinic, 2006). Estos códigos se definen a
partir de relaciones de disyunción y de conjunción con el resto. Donde “la
disyunción permite precisar el valor inverso o contrario” y “la conjunción (…)
define el campo categorial en el que los dos términos encuentran un sentido o
elemento común” (Martinic, 2006, p. 307). Si el material presenta dispersión y
excesiva diversidad que dificulte la interpretación puede agruparse en
conceptos más abarcantes mediante un procedimiento de condensación.
En una segunda
fase se ha construido “un orden interno que da un particular sentido a las
relaciones que tienen las categorías” (Martinic, 2006, p. 300). Se distribuyen
las oposiciones y asociaciones identificadas en un modelo dinámico de
relaciones que permite interpretar las funciones simbólicas y los campos
semánticos de los elementos del primer paso. En este punto interesa
especialmente la visión de Corbin y Strauss (1990), pues definen a su vez
categorías centrales (core category) que resultan claves para la interpretación
y que tienen relación con las categorías y propiedades referentes al problema.
Este rol lo desarrollan los conceptos, grupos de variables y tesis
operacionalizados a partir del marco teórico, pueden configurarse como esas
categorías centrales y testar su relación con los campos semánticos originados
en la primera fase de codificación, valorización y condensación.
En una tercera
fase, se incluye una dimensión que dota de una lectura evaluativa y
sistematizadora de las categorías y relaciones construidas desde los nodos
teóricos propuestos. Ya que al tratarse de un método semántico su objeto es la
identificación y comprensión de los presupuestos articuladores del sentido del
discurso que los sujetos expresan. Se culmina con la construcción e
interpretación de los campos semánticos y presupuestos que permiten unificar un
conjunto de principios ordenadores del discurso y que entran en relación con el
marco teórico. Al organizar la interpretación de los sentidos a la luz de los
nodos teóricos propuestos; se tratará de detectar y evaluar la presencia y
extensión de estos, a fin de obtener un mapa de conceptos y de relaciones
discursivas que dé cuenta de la presencia y relación de las preguntas, tesis y
variables propuestas.
Selección del material discursivo
Se selecciona
contenido discursivo de tres de los actores más relevantes de la primera fase
del proceso constituyente chileno: Daniel Stingo, Giovanna Grandón y Elisa
Loncon. El marco temporal por el que se opta se circunscribe al inicio del
estallido social en octubre de 2019 hasta la presentación del borrador final de
la constitución el 4 de julio de 2022 al alcanzar el punto de saturación. Se seleccionan
fuentes primarias. Se combina una selección de entrevistas periodísticas en
prensa, vídeos de entrevistas periodísticas en televisión y otras plataformas
de contenido, imágenes y vídeos generados por los propios actores en redes
sociales (Twitter e Instagram). En la selección se ha tratado de combinar
medios convencionales y alternativos, material propio y generado por el
periodismo de ámbito nacional e internacional. A su vez se selecciona material
de diferentes momentos temporales estimados como relevantes. Como puede ser la
campaña y jornada electoral, la toma de posesión o la entrega del borrador
constitucional. Por tanto, trataremos de visualizar la presencia del fenómeno
representativo en los discursos de los constituyentes chilenos. Es una elección
de perfiles que nos permite aproximarnos a diferentes ámbitos de relevancia del
momento político chileno tras el estallido de octubre.
En referencia al
encuadramiento en las listas electorales del proceso de elección de la
Convención Constitucional se seleccionan figuras que no se corresponden con
militancias de partido político. Se trata de perfiles pertenecientes a los
denominados como independientes. En el caso de Giovanna Grandon (Tía Pikachu)
se presenta como independiente en el marco de la candidatura cívica de
independientes “Lista del pueblo”. Daniel Stingo tiene la forma híbrida de
candidato independiente vinculado a la lista Apruebo Dignidad, presentándose en
un cupo del Frente Amplio. Elisa Loncon es elegida como constitucional en la
macrozona 1 en uno de los ocho escaños reservados para el pueblo mapuche, se
presenta también como candidata independiente.
Se entiende que
los independientes son un fenómeno relevante, de interés y diferencial del caso
chileno. Tan solo 50 convencionales de los 155 miembros son militantes en
partidos políticos, mientras que 48 convencionales postularon por listas de
independientes (31%) y 40 son independientes con papeletas apoyadas por alguna
colectividad (sumando un 64% entre ambos). Los 17 escaños restantes
corresponden a los pueblos originarios.
Daniel Stingo nos
permite visualizar el fenómeno de los independientes vinculados a propuestas
colectivas de partido político, perteneciente a la lista más apoyada de
aquellas vinculadas al apruebo y que hoy ocupa la Presidencia de la República.
La candidatura se Stingo se correspondió con la primera mayoría a nivel
nacional, ya que obtuvo el mejor resultado electoral con 111.482 votos y un
24,65% de la votación del distrito 8. Giovanna Grandón, una de las grandes figuras
del estallido social y de las más influyentes entre las listas de
independientes, siendo convencional por el Distrito N.º 12 y, posteriormente,
vicepresidenta adjunta de la Convención. Elisa Loncon nos permite visualizar la
cuestión de los pueblos originarios de enorme relevancia en este periodo,
además de ser electa presidenta de la Convención Constitucional de la República
de Chile.
NARRACIÓN
ANALÍTICO-INTERPRETATIVA DEL DISCURSO DE LOS ACTORES[9]
Actor 1: Daniel Stingo
Uno de los
principales focos discursivos que connotan la representación descriptiva en
Stingo es la idea del `abogado del pueblo´. Se trata de la construcción
de un perfil mediático desde la televisión, con presencia durante años en
tertulias políticas y realities, y con continuación en las redes sociales. Su
perfil laboral como abogado es el marcador descriptivo de mayor presencia. Una
de las grandes fortalezas de Stingo se construye a partir de su despido por
motivos políticos de la televisión. El despido contribuye a forjar un discurso
fundamentado en la pérdida del trabajo por defender los intereses de los más
humildes e ir en contra de los de los poderosos. Estos puntos configuran el
significante del abogado del pueblo. Dando lugar a la imagen de un
representante que va a defender los intereses que dice representar, que
aportaría credibilidad e identificación.
Se perfila una
candidatura de outsider a la política tradicional y a los partidos políticos en
general, focalizando en el perfil de independiente. Sí muestra una trayectoria
vital vinculada a la militancia antidictadura, donde destaca la oposición a las
figuras de Pinochet y Jaime Guzmán. Esto es relevante en el sentido de ayudar a
construir la motivación de un no político que toma la decisión al ver la
oportunidad para cambiar el país dejando atrás la constitución de la dictadura.
Si bien se destaca una posición ideológica de izquierdas y de cercanía al
Frente Amplio.
La fronterización
de los adversarios es marcada en Stingo. En general, es una oposición a lo que
señala como élites, `a los que tienen privilegios´… Incluyendo a los
gobiernos de la Concertación y de la derecha, destacando la oposición al
oficialismo del gobierno Piñera. La construcción del adversario va más allá del
ámbito político-institucional, al incluir en el concepto de élite a
empresarios, banqueros y medios de comunicación. Estos últimos tienen una
presencia discursiva especialmente relevante, véase la apelación directa a los
grandes medios: La Tercera, El mercurio, El 13, El 7, Mega…
Es recurrente la
legitimación de la Convención por su capacidad representativa informada por la
idea de presencia: la convención es `Chile en chiquitito´. Justificado
en la presencia de diferentes profesiones, de independientes, figuras de
movimientos sociales, de diferentes edades, pueblos originarios, distintos
perfiles ideológicos… Es la idea de una constitución elaborada entre y para
todos y todas. El demos que encontramos en Stingo es interpelado como los
que sobran, los ninguneados, invisibilizados… Que viene (en ocasiones)
concretado en el hombre de a pie, el mapuche, la mujer, niño/a adolescente, la
disidencia sexual… Y el lugar en el que el representante entra en contacto es
en la calle, las ferias o en el puerta a puerta. Se contrapone a la anterior
constitución calificada de `cerrada´, elaborada “entre cuatro paredes”
(A1, D5)[10] por diez hombres nombrados por “el peor
dictador” (A1, D4) y que representan una constitución de élite y
oligárquica.
Otro de los nodos
que podemos visualizar es la cuestión de la responsiveness. En torno a esta se
establecen sectores que son representativos: los independientes y Apruebo
Dignidad. El motivo viene fundamentado en la capacidad de conexión con la
realidad del demos. La receptividad y la capacidad de respuesta trazan la línea
representativa. Se muestra con mayor claridad a la inversa, el adversario no es
representativo por haberse elitizado. El aislamiento y no conectar con el demos
le lleva a no ser representativo. Si quiere volver a serlo debe tomar una senda
de receptividad de demandas y sentires de la ciudadanía y darles respuesta. Es
por este motivo por el que los adversarios actúan como si no hubiera pasado
nada, a su juicio continúan con discursos vinculados a la legitimidad previa.
El nuevo orden lo señalaría la ciudadanía, que se expresa en el estallido
social o en el resultado de las elecciones constituyentes.
Esta
representatividad lleva al mandato, que también implica mantenerlo, viene
continuamente ejemplificado en contenidos discursivos vinculados al Estado
social como el agua y la sanidad pública. Mandato, acceso a demandas por
pertenencia al demos y receptividad-respuesta ante el contenido emergente se
complementan entre sí. Lo que en este caso confronta con una visión
deliberativa-consensualista. Stingo argumenta que llegar a acuerdos de forma
generalizada con los sectores elitizados supone perder representatividad al
romper el mandato y la conexión con el demos. Así, si somos mayoría y cedemos,
dejamos de tener representatividad porque no conectamos y seremos parte de
aquellas élites que no conectan. La idea deliberativa, como acuerdo y cesión
entre actores en abierta disputa, en esta visión debe llegar hasta el mínimo
del mandato y el mantenimiento del hilo de recepción con el demos al que se
representa. La Convención tiene que reflejar el mandato de la mayoría, no puede
ser “la casa de todos” (A1, D7).
Actor 2: Giovanna Grandón-Tía Pikachu
Giovanna Grandón
se posiciona como “alguien del pueblo que ha venido desde abajo” (A2,
D12). Esta autopercepción representa precisamente por su pertenencia al propio
demos interpelado. Alguien del pueblo que por su procedencia conoce los
problemas de este y con su elección manda un mensaje a la clase política sobre
dónde reside la soberanía. Precisamente, la construcción del adversario se
vincula principalmente a la clase política. La oposición independiente-clase
política es la relación discursiva más relevante en Grandón. Se da una
afirmación continuada del posicionamiento como independiente, alguien que ha
permanecido ajena a la política partidista e institucional. En su perfil
activista destaca la oposición al gobierno Piñera, quien representaría la vieja
política y los privilegios de clase, y al cuerpo de carabineros de Chile, por su
participación en las movilizaciones fuertemente reprimidas.
Grandón debe
parte de su capacidad representativa a la proyección estética vinculada al
personaje viralizado de Tía Pikachu. El cual se conforma como un símbolo del
estallido social. Se construye un relato de enorme difusión sobre una
conductora de autobuses escolares que por una travesura de su hijo compra un
disfraz que se pone para la gran marcha y acaba viralizándose en un vídeo en el
que se cae al suelo. La viralización del personaje da a Grandón un perfil
mediático de difusión incluso internacional. A su vez va tomando un perfil
activista acudiendo a numerosas movilizaciones y acciones sociales vestida con
el traje de Pikachu.
La potencia de la
historia, la estética atractiva del personaje, su procedencia social, el perfil
activista y vinculado al estallido construyen el perfil descriptivo en Giovanna
Grandón. Hay una voluntad de afirmación del personaje, de representar
simbólicamente en la utilización de la estética Pikachu. La estética y el
símbolo Pikachu acompaña a Grandón de manera continuada, incluso en la
Convención, utilizándolo de manera estratégica para reafirmar su perfil
activista, outsider…
El estallido
social y plaza dignidad (“zona cero”) como símbolo es la fuente de
legitimidad principal a la que apela Grandón. Es el momento y el espacio de
donde emerge, donde `despierta´, el demos y su voluntad. Por tanto, es el lugar
al que acudir en el momento de la elección. A la hora de definir y legitimar la
candidatura electoral de La Lista del Pueblo por la que se presenta lo hace en
los siguientes términos: “Somos una organización surgida en Plaza Dignidad
contra el gobierno corrupto” (A2, D10).
Grandón viene
asociada a: “el conducto de todos nosotros” (A2, D10), presentada como
el conducto del demos que emerge en plaza dignidad. Junto a la presencia, se
suma la idea de cercanía y continuo contacto directo con aquello que se
representa, la receptividad es central en la idea de representación asociada a
Grandón. Es una noción que discursivamente implica transparencia, publicidad,
contacto continuo y directo y una toma de decisiones informada por esta
responsiveness. Se construye en oposición a lo que hacen los políticos: son
aquellos que realizan reuniones en privado, que se juntan con partidos, que no
entablan contacto y que toman decisiones sin contar con el demos.
Grandón entiende
que siendo constituyente debe mantener su perfil activista y simbólico: “yo,
aunque siga siendo constituyente yo voy a seguir manifestándome con mi traje”
(A2, D12). El mandato es continuar siendo activista y ponerse el traje para
defender la voluntad de plaza dignidad. En su labor como constituyente Grandón
destaca a la vez el mantener su mandato (no venderse), conservar su origen
social y el perfil activista; pero también el trabajo realizado para llegar a
acuerdos en el seno de la Convención.
Actor 3: Elisa Loncon
En Elisa Loncon
las fuentes de legitimidad provienen de la activación de la representación
descriptiva a través de la identidad mapuche, la trayectoria vital, el género,
el perfil activista y laboral. Siendo la cuestión mapuche el núcleo central en
el que orbita el resto de los marcadores. La infancia es continuamente
mencionada: se destaca el provenir de “una familia sencilla, como todas las
familias mapuche afectadas por la pobreza” (A3, D19); tener que realizar
trayectos a pie por barro; o la crianza en el conocimiento, las raíces, el
territorio, la sabiduría y los códigos del pueblo mapuche. Se perfila una larga
trayectoria activista asociada al pueblo mapuche en defensa del mapuzugun, por
recuperación de tierras… A lo que se suma un perfil laboral como académica
también vinculado a la reflexión teórica y práctica sobre la descolonización o
cuestiones lingüísticas.
Se defiende como
una candidatura no individual sino perteneciente al pueblo mapuche, que viene
legitimada por la autoridad originaria mapuche. Vinculado a un proceso de
consulta y participación colectiva en los territorios. En un proceso en el que
la acción de representación implicaría la transparencia de darse a conocer a
través de los marcadores descriptivos señalados. Es escuchar, conocerse,
conversar, movilizar en defensa de los derechos de los pueblos mapuches y,
sobre todo, dar voz y defender su realidad y luchas.
En el establecimiento
de esta identificación se incorpora un amplio repertorio simbólico asociados a
lo mapuche como la Wenufoye, el kultrung o la araucaria. El demos mapuche
nombrado normalmente como conjunto, también viene concretado y se le pone cara
en profesores, cocineras, recolectoras, hortaliceras, defensores de ríos y
comunidades, defensores de tierra; todos ellos territorializados en lugares
concretos y asociados a imágenes. Se toma un posicionamiento del demos de
pertenencia como víctima frente al adversario situado en una doble dirección,
por un lado, la represión o el Estado, y por otro, las empresas forestales,
inmobiliarias, la depredación del capitalismo, el extractivismo…
Se realiza un
relato temporal en pasado donde los cauces institucionales para disputar esta
situación permanecían cerrados hasta el estallido y la convocatoria a la
Convención. Para justificar la presencia en la Convención se defiende la idea
de que es “hoy” cuando se abre una “oportunidad real”, “colocándonos” (como
pueblo) la “tarea urgente” (A3, D16) de actuar. Por ello, Loncon posiciona como
mandato llevar el proyecto político del pueblo mapuche a la elaboración de una
constitución plurinacional. Como se expresa con claridad en la metáfora del D17
(vídeo de cierre de campaña de candidatura convencional) de cruzar un puente
portando la Wenufoye. Donde la representación es obtener una presencia, una voz
y cumplir un mandato de defensa del proyecto político mapuche.
Se traza la
frontera con un orden previo al estallido social, que viene construido en
negativo asociado a partidos políticos tradicionales de diversas ideologías, a
una democracia pactada o al modelo neoliberal. Frente a esto, Loncon se
presenta como independiente de partidos políticos. Desde su posición de
presidenta de la Convención trata de situar el protagonismo en la ciudadanía
que se levantó en el estallido o en los movimientos sociales (véase D21). Se
pone como reto convocar “hasta el último rincón de Chile” (A3, D20), utilizando
una forma ampliada del demos apelando a todo el pueblo de Chile, concretando en
todas las regiones, todos los sectores, las naciones originarias, la diversidad
sexual o las mujeres.
Esta frontera
viene marcada por la noción de nuevo y viejo orden, nueva y vieja política: “la
convención constitucional representamos muchos de nosotros otra manera de hacer
la política en Chile” (A3, D18) y “está contrastando esa manera de hacer
política del gobierno (Piñera) con lo que nosotros representamos” (ibid.).
La nueva política a juicio de Loncon es directa, participativa-horizontal,
transparente, rotativa, paritaria, destacando la idea de “no cocina antes”
(ibid.). A lo que necesariamente se opone una política que cocina de antemano
las decisiones entre las élites, mediación sin conexión con el demos,
impositiva-vertical, opaca, masculinizada…
Como se
mencionaba, los elementos simbólicos cuentan con un rol notablemente visible.
La Wenufoye[11]
se asocia a la dignidad y lucha del pueblo mapuche, pero se amplía su
significado al señalar que el pueblo de Chile “tomó la bandera mapuche para
el estallido social” (A3, D18). Pasa de ser punto nodal de un demos
localizado en la identidad mapuche a situarse como símbolo de un demos ampliado
(chileno) del estallido social. Donde “la bandera mapuche representa la
resistencia y un nuevo modo de relación en la sociedad” (A3, D19). Por
tanto, situada como negación del orden anterior y representante del nuevo
orden.
DISCUSIÓN
El análisis de
discurso realizado nos ha permitido visualizar la significativa circulación del
contenido representativo que se da en un momento de desinstitucionalización y
la emergencia de lo que se autoerige como un nuevo orden discursivo. Se
expresan con claridad diferentes fórmulas de representación, se realizan
juicios de contraste entre diversas concepciones de lo que debe ser un
representante.
Los discursos reconstruidos
son reflejo de una serie de actores que se mueven en un periodo de fuerte
impugnación con el estallido social y la promesa de un nuevo orden con la
Convención Constitucional. La figura del independiente, el perfil activista o
de oposición a un orden sitúa a los actores en una tensión con su rol de
proposición de una nueva institucionalidad (B1). Tienen que hacerse cargo de la
interpretación de cómo debe ser el contenido de la representación, como se ha
visto entran en discusión las nociones de la presencia, la responsiveness, el
mandato o la deliberación.
Se visualiza la
presencia de la crisis como debilitamiento del sistema de relaciones que
definen las identidades del espacio político (B1). Los discursos de los actores
desde su posicionamiento como outsider son una negación del sistema de partidos
tradicionales (partidos de la Concertación y de la derecha postdictadura). En ocasiones
son una negación de la idea de partido político o incluso de la propia noción
de político, con diferentes graduaciones (B1). Pues se observa de manera más
notoria la figura del independiente como negación de estos en el discurso de
Grandón, y más matizada en Stingo con su vinculación al Frente Amplio (B1). Que
no entraría en las nociones de partidos tradicionales o vieja política, pero sí
tendría más dificultades en la dicotomía clase política frente a independientes
o similares (B1).
La impugnación de
las bases de legitimidad del orden anterior es un eje discursivo central (B1).
Este viene asociado a un orden elitista, con prácticas políticas y económicas
cerradas a la mayoría de la población. Su base de legitimación viene vinculada
a la dictadura de Pinochet y a la constitución de Jaime Guzmán (B1; B2). Esta
impugnación sirve como contraste del nuevo orden que se pretende interpretar y
que encuentra su base de legitimación en significantes como: estallido social,
plaza dignidad, la bandera mapuche o la Convención Constitucional.
Los actores se
mueven en el terreno de la generación de identificación con los demos de
interpelación (B2). Donde la representación descriptiva y simbólica asumidas
como operadores de inclusión y presencia conforman las lógicas de
interpelación-identificación para la construcción de identidad y demos (en el
sentido H2 y B5). Los propios actores, sus marcadores descriptivos y sus
significantes de interpelación parecen actuar como puntos nodales de inclusión
y mediación (B2) (en el sentido H2).
El demos de
interpelación es de tendencia universalista: el pueblo de Chile, los de abajo,
los invisibilizados… Si bien también se concreta en las mujeres, los pueblos
originarios, los diferentes sectores laborales, disidencias sexuales… Se busca
la interpelación, el reconocimiento y la inclusión de estos sectores en el
nuevo orden (B2). Qué cobra sentido y puede visualizarse como construcción de
comunidad en oposición al adversario: la élite política, económica, los
privilegiados, medios de comunicación… Quienes defenderían un demos minoritario
que ha detentado el poder político y económico (B2).
Se visualiza un
criterio de correspondencia sujeto-objeto de la representación en la inclusión
propia en el objeto de representación.: No soy alguien ajeno que pretende
representar vuestros intereses, sino que primero pertenezco a un demos que
expresa su propia voluntad. Se visualiza en Giovanna Grandón con claridad,
pertenezco al pueblo, a los de abajo… y por eso conozco los problemas, los
intereses, lo que siente. La propia presencia se entiende como
representativa y directamente asociada, en este punto hay reconocimiento
sujeto-objeto (B3). De nuevo construida desde los marcadores descriptivos. (B5)
Lo mismo para
Elisa Loncon, soy mujer mapuche y como tal me he criado con los mismos
problemas económicos y códigos culturales, he estado presente en las luchas y
he dedicado mi vida laboral a la liberación de nuestro pueblo. En los discursos
la candidatura se conforma desde el demos mapuche, que contaría con mecanismos
propios de expresión de la voluntad y de generación de su representación. Por
tanto, directamente soy representante del pueblo mapuche. El hilo
representativo es claro, hay pretensión de identificación sujeto-objeto. (B3)
Estas relaciones
entre los diferentes demos y los lugares de emergencia de la voluntad soberana
configuran algunos de los puntos de mayor interés en el discurso de Loncon. La
presencia de los convencionales de los pueblos originarios supondría una
ampliación de la participación, de la democracia, del demos chileno. El punto
nodal plurinacionalidad supone discursivamente un “refundar este Chile”
y “establecer una nueva relación” (A3, D20) entre los diversos demos que
lo componen. En este caso la representación como presencia es una ampliación de
los demos con voluntad soberana y autónoma, que en el espacio convencional
deben buscar nuevas relaciones desde la pluralidad de voluntades.
El rol de
presidencia de la Convención implica una compleja relación entre el demos
reducido de pertenencia y el demos ampliado llamado a crear un nuevo orden;
entre la identificación como académica, mujer mapuche… y representante del
pueblo mapuche y la representación del conjunto del pueblo chileno como
presidenta de la Convención. El perfil de representación ampliado e
institucionalizado implica para Loncon `dialogar con todos los grupos con
miras al bien común´ (A3, D19), no ser solo Elisa Loncon o la representante
de los mapuches sino del pueblo de Chile (A3, D21).
En Stingo, la
generación de creencia y aceptación opera en mayor medida la idea de sujeto de
defensa de los intereses y demandas del demos (estos actúan como fuente de
acción), la noción del `abogado del pueblo´ interviene en este sentido (B3).
Digamos que Stingo ya representaba en televisión, su contenido era la defensa
clara y frente al adversario, lo que le hizo perder el trabajo. Su rol como
convencional sigue esta línea.
La
receptividad-respuesta viene facilitada desde la pertenencia al demos que facilitaría
la cadena de transmisión (B4 y en sentido H3). El cambio de orden viene
explicado, en parte, desde la pérdida de capacidad de conexión por parte de los
actores del orden anterior. (B4) Esto sucedería porque se atribuye la
pertenencia del adversario a un sector minoritario privilegiado o a una
elitización (B2; B3). Lo que provoca que actúen guiados por los intereses del
demos minoritario al que representaría, permaneciendo con los canales que
permiten la receptividad cerrados (B4).
La responsiveness
actúa en conjunto con la idea del chile en chiquitito, como metáfora de la
representación como presencia desde la pertenencia al demos plural y ampliado
que representaría la Convención (B4). El resultado es la proyección de un nuevo
orden que cuenta con una legitimidad proveniente de un demos ampliado y de
presencia pluralista frente a una legitimidad previa (asociada al adversario)
que cuenta con un demos reducido que representa a sectores minoritarios y
privilegiados. A la vez que se proyecta
mantener las ligazones de pertenencia y conservar como mandato las demandas
principales que se expresaron en el momento que emergió una voluntad de cambio
de régimen (en el sentido H2). La presencia y la receptividad construyen la
representación, la conservación del mandato opera en conjunto, y contribuye a
mantener las primeras (en el sentido H3).
Emergen una
pluralidad de dimensiones que interactúan y se necesitan entre ellas (B4). En
el caso de Stingo la presencia, receptividad y el mandato se oponen a la visión
deliberativa. El hecho de ser representativo por motivaciones de presencia, por
mostrar capacidades de representatividad no permanece siempre. De tal manera
que si se acuerda con aquellos sectores que mantienen las demandas y visiones
del orden anterior (y que hoy no son representativos), hay un peligro de
pérdida de esta capacidad de conexión con la realidad del demos, de dejar de
pertenecer al mismo o de ruptura del mandato (B4). Esto iría en la línea de lo
propuesto en la H1, pues estos actores interpretan que tienen una mayor
capacidad sensitiva ante la modulación de las demandas y anhelos de un demos no
constante en su voluntad. Lo que posibilita una visión regeneracionista del
lazo representativo que permitiría interpretar los cambios en el orden y los
tránsitos crisis-orden (H1).
No se está en
disposición de evaluar la observación de mayor relevancia o no de las
dimensiones de la presencia en momentos de transición orden-crisis-orden (H2)
con respecto a momentos de mayor estabilidad. Como tampoco el análisis nos
permite visualizar con claridad la lógica despolitización-politización de
contenidos representativos (B1), para lo que se necesitaría sumar discursos
previos al estallido social u observar discursos en tiempos sucesivos. Sí
podemos afirmar la activación de marcadores descriptivos-simbólicos que es
fundante de la propuesta representativa de nuestros actores (especialmente
Grandón y Loncon) (H2). Operando por contraste en el señalamiento de la
ausencia de estos marcadores en el adversario y por tanto señalado como no
representativo (H2). La H2 toma fuerza en el contraste entre la inclusión de
dimensiones de presencia en la idea de la Convención como `Chile en
chiquitito´ frente a la exclusión de la constitución de `Jaime Guzmán y
sus Boys´.
Ya hemos visto el
direccionamiento positivo en sentido de la H3, en la que los actores focalizan
en las lógicas de inclusión-exclusión y de presencia asociadas directamente a
un genio sensitivo. No se está en condiciones de afirmar que la pérdida de
representatividad venga motivada en otros actores por la utilización
prioritaria de dimensiones como la rendición de cuentas o la visión
deliberativa.
La H4 nos ofrece
enormes retos de evaluación que no se está en disposición de acometer. Octubre
de 2019, el estallido social en general y la convocatoria para una nueva
constitución, viene dispuesto como un punto de emergencia de legitimidad de
origen para la constitución de un nuevo orden. Este se sitúa en los discursos
tanto en la impugnación al gobierno Piñera, como en la impugnación del
funcionamiento del modelo político-económico chileno, negando la legitimidad de
ejercicio de lo que se señala como orden previo. Esta acometida del nuevo punto
de referencia se pone en paralelo frente a lo que considera la legitimidad de
origen anterior: la constitución de 1980 y en última ratio el golpe de 1973. Al
hacer esto también logra generar conflicto entre las disonancias de la
legitimidad de origen y ejercicio anteriores. Son estos los puntos de
referencia para la reformulación conflictiva de las diversas modalidades de
representación (H3). Las tensiones entre la legitimidad de origen del nuevo
orden y la de ejercicio ya se viene visualizando en los desafíos de los actores
de la convención.
CONCLUSIONES
Chile parece ponernos ante el
espejo de algunas de las tendencias de la representación política del momento.
La afirmación de la presencia representativa y la demanda de una mayor
receptividad-respuesta en la construcción del hilo representativo se postulan
como fenómenos en alza. Estas dimensiones representativas trazan un problema de
desconexión de las élites, gobiernos o representantes o de su no pertenencia a
determinadas nociones de pueblo o en general de lo representado. Son visiones
que emergen con fuerza en el estallido social y esta primera fase del proceso
constituyente, siendo el fenómeno de los independientes una expresión altamente
ilustrativa.
En los discursos
analizados se combina la noción de defensa y cercanía con los intereses y
demandas de lo representado, de mayor relevancia en la figura de Daniel Stingo,
con criterios de correspondencia sujeto-objeto en la construcción del hilo
representativo, más presentes en Giovanna Grandón y Elisa Loncon. Es más, el
cambio de orden viene explicado desde la ausencia del demos interpelado y
soberano y desde la pérdida de las capacidades de conexión por parte de los
actores-adversarios del orden anterior. Se muestra de manera colectiva con la
idea del `chile en chiquitito´, como metáfora de la representación como
presencia desde la pertenencia al demos plural y ampliado que representaría la
Convención en oposición a la excluyente constitución de `Jaime Guzmán y sus
Boys´.
Estas tendencias
no son una excepción histórica. Es una constante de los dilemas
representativos, ya presentes o más bien similares en los debates de la
revolución norteamericana, la cuestión de la necesidad de gobernantes que
provengan del pueblo, que puedan conocer sus problemáticas y anhelos porque las
han vivido y con su mera presencia están aportando contenido representativo. En
el caso norteamericano fue la “infatigable insistencia en la
<<similitud>> y la <<proximidad>> que debe vincular a
representantes y representados” de la posición antifederalista (Manin, 1998,
p.161).
Los actores se
han movido en el terreno de la generación de identificación con los demos de
interpelación. Donde los marcadores de representación descriptiva actúan como
operadores de presencia que construyen identificaciones. Así, los propios
actores, sus marcadores descriptivos y sus significantes reclamativos parecen
actuar como puntos nodales de inclusión y mediación. Este demos en ocasiones es
universalista (el pueblo de Chile, los de abajo, los invisibilizados) y en
otras es particularista y acumulativo (mujeres, pueblos originarios, sectores
laborales, disidencias sexuales…). El cual se opone al adversario en forma de
élite política, económica, privilegiados o medios de comunicación.
A su vez, el
análisis de discursos de actores del primer Chile constituyente nos ha
permitido observar la circulación de contenido representativo que se produce en
un momento de desinstitucionalización y de emergencia de lo que se autoerige
como un nuevo orden. Se han podido vislumbrar las interacciones entre las
legitimidades en disputa y lo representativo. Si bien con la limitación, de no
haber analizado y contrastado con discursos previos al estallido, ejercicio de
enorme interés por realizar, y lo limitante de los sesgos de selección en el
material discursivo y actores analizados.
Se visualiza en
la impugnación del orden previo una deslegitimación a través de la asociación a
la constitución de Jaime Guzmán y a la dictadura de Pinochet. A lo que
se contrapone un nuevo orden que encuentra su base de legitimación en un orden
simbólico vehiculado discursivamente a través del estallido social, plaza
dignidad, la bandera mapuche o la Convención Constitucional. Donde la figura del independiente, el perfil
activista o de oposición ha situado a los actores en una tensión con su rol de
proposición de una nueva institucionalidad. Digamos, las tensiones
destituyentes-constituyentes. Ya que el posicionamiento como outsider,
ya sea desde la no pertenencia al partido político y/o incluso de la afirmación
de no ser un político o pertenecer a la clase política, es conformante de la
noción de representante.
La innovación
metodológica y teórica propuesta para los estudios de representación política
nos han permitido observar diferentes fórmulas y dimensiones del fenómeno a
través de un análisis estructural enfocado en lo relacional. Se propone como
vía a seguir explorando el análisis de circulación discursiva y, aun con su
complejidad, la apertura de la literatura representativa politológica a los
nodos teóricos propuestos desde las herramientas posestructuralistas que nos
pueden ofrecer obras como las de Laclau, Derrida o Butler.
Asumir como reto
una más refinada observación al respecto de la interacción de las piezas del mundo
representativo. Si bien, hemos logrado construir como ha operado la noción del
mantenimiento del mandato con la pertenencia-vinculación al demos o las
dificultades para compaginar las propuestas del primer Chile constituyente con
la perspectiva deliberativa-consensualista. Se entiende que no se han
establecido relaciones sistemáticas entre el conjunto (no cerrado)
autorización, mandato, sujeto-objeto, presencia, responsiveness y deliberación.
Hemos
identificado en el caso una lógica representativa discursivamente convincente
que merece ser contrastada con el rechazo obtenido en el Plebiscito
constitucional de Chile (de salida) del 4 de septiembre de 2022. Se recuerda
que se ha tratado de establecer una narrativa que de hilos conductores desde
los discursos de los actores enfocados en la representación y que luego conecte
con la teoría política. No de validar lo verdadero o falso de los postulados, y
lo mismo se recomendaría para el periodo posterior. Donde las ambivalencias,
contradicciones y desafíos para el discurso aquí presentado se prevén notables,
precisamente por lo convincente de las propias capacidades representativas
expuesta por los actores o de las afirmaciones de estar ante un nuevo orden.
Las explicaciones de la derrota de la Convención desde lo representativo se
postulan como desafío analítico para el presente.
Nos exhorta como
línea de investigación a desarrollar la segunda fase del proceso constituyente
abierta con el Plebiscito del 4 de septiembre. Apunta a la preponderancia de la
figura del experto, lo que puede poner los cimientos para una propuesta
tecnocrática de la representación[12]. Aquí, la representación es un problema de
división del trabajo. Por lo que el representante debe responder a su
competencia profesional. Digamos que la política es compleja y
multidimensional, lo que se visualiza bien en la amplitud de la primera
propuesta de Constitución de Chile, por lo que se debe dejar que los que saben
hagan el trabajo y los comunes deben retirarse a los cuarteles de invierno. También,
puede ser de interés profundizar las relaciones de la presencia, receptividad o
tecnocracia en las relaciones con una visión más deliberativa de la acción
representativa, el mandato y la responsabilidad.
Por último, se ve
problemático desde una perspectiva analítica aproximarse a la representación
como un problema solucionable. Pues como hemos visto la acción política puede
permitírselo en el discurso, si bien siendo consciente de la frustración que
conlleva la imposible resolución de ciertos problemas. Sino acabaríamos por
concluir que si es un problema de desconexión se solucionaría con un mayor
acercamiento de los políticos. Quizás, este puede ser uno de los caminos para
entender las limitaciones de esta primera fase. O que si es un problema de competencias
se resolvería con procesos de selección tecnocráticos. Así como, este otro
camino puede ayudarnos a entender algunos de los problemas ya de partida de la
segunda fase. Digamos que una visión analítica debe hacerse cargo de la
irresolubilidad de lo representativo.
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[1] Este artículo proviene, en parte
destacada, del trabajo de final de máster realizado por el mismo autor: «La
representación política en movimiento. Tensiones y continuidades del concepto
desde el Chile constituyente». Enlace: https://docta.ucm.es/entities/publication/70b54ce0-8dd4-4028-9b2d-8c26ad042ad1
[2] Investigador doctoral FPU en Ciencias
Políticas y Relaciones Internacionales por la UCM. Máster Internacional de
Estudios Contemporáneos de América Latina (UCM). Graduado en Ciencias Políticas
y en Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid. andrgo15@ucm.es.
[3]
Algunos ejemplos para el caso chileno:
Avendaño (2019); Morales Quiroga (2020).
[4]
La diferenciación entre proceso de
identificación e identidad, y la concepción de esta última como no totalidad se
enmarcaría como tesis central posestructuralista (Butler et al., 2003). En este
sentido: “la identidad en sí nunca se constituye plenamente; de hecho, puesto que
la identificación no es reducible a la identidad, es importante considerar la
brecha o inconmensurabilidad entre ambos (Butler et al., 2003, 7).
[5]
Siendo una cuestión presente en toda la obra,
se refleja especialmente en el Capítulo 6 Representar como actuar por: las
analogías y, sobre todo, en el Capítulo 7 La controversia
mandato-independencia.
[6]
Si bien se entiende la necesidad de
problematización, en el sentido de la crítica de esta supuesta presencia
inmediata de lo representado, en sentido de la crítica de Derrida (1986) a la
propuesta de Rousseau.
[7]
Debate central, y quizás principal, de la obra
de Pitkin (1985). También, lo podemos hallar en Sartori (1999, 2015).
[8]
Se mantiene como convención en los estudios de
representación política abordados desde la presencia con el objetivo de
facilitar la discusión.
[9]
El proceso de generación de citas y
codificación de estas realizado en el proyecto elaborado en Atlas.Ti nos ha
permitido la generación de 353 citas organizadas en 25 códigos. Tras un proceso
de revisión de cada una de las citas asociadas a cada uno de los códigos se
realiza un proceso de selección con criterios de pertinencia y relevancia de
acuerdo con los objetivos marcados. Se trata de aquellas citas que logran
condensar más eficientemente los enunciados, sintagmas, significados y las
relaciones entre los mismos.
[10]
Referencia al material discursivo analizado
que se recoge al final del documento.
[11]
Bandera asociada a los pueblos mapuches.
Sobresale su utilización, en el primer acto que realiza en su elección como
presidenta de la Convención es mostrar la bandera y realiza todo el discurso
inaugural con ella en la mano. A la vez que viste un traje mapuche y realiza
sus primeras y últimas palabras en mapuzugun.
[12]
Una de las nociones de mayor difusión e
interés al respecto de la modalidad tecnocrática lo vemos en la obra de Daniele
Caramani. En especial:
Caramani, D. (2017). Will vs. Reason: The Populist and Technocratic Forms of
Political Representation and Their Critique to Party Government. American Political Science Review, 111(1),
54-67. doi:10.1017/S0003055416000538