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EDICIÓN N°24   | Julio - Diciembre 2023 | Edición online ISSN-2617-0892

DOI: https://doi.org/10.47796/ra.2023i24

Arequipa y la revolución catalítica del espacio urbano entre 1868 y 1940

 

Arequipa and the catalytic revolution of the urban space between 1868 and 1940

 

 


DOI: https://doi.org/10.47796/ra.2023i24.851

 

PRESENTADO :  02.10.23

ACEPTADO     :  08.10.23

 

Carlos Zeballos Velarde[1]

Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (Perú)

https://orcid.org/0000-0002-9483-6962

mailto:czeballos@unsa.edu.pe

 

 

 

 

RESUMEN

Se denomina catálisis urbana al proceso en el que un elemento de la ciudad –edificio o espacio público- genera un impacto multiplicador en las características y roles de otros elementos circundantes. Este artículo explora el efecto catalítico que significó para Arequipa la transformación de la Plaza de Armas tras el terremoto de 1868 y las consecuencias que tuvo tanto en otros espacios circundantes, como en la arquitectura y en la propia percepción del paisaje urbano por los habitantes de aquella época. Las ideas higienistas, traídas por inmigrantes ingleses e italianos tras la construcción del ferrocarril, promovieron una revolución en la forma de experimentar y construir el espacio urbano, pasando de una visión utilitaria de un pueblo colonial rural a la construcción deliberada de una ciudad-jardín moderna en medio del desierto. Para esta investigación, se integra el estudio de fuentes primarias y secundarias, como la revisión documental y fotográfica, con el análisis de sintaxis espacial y el modelado en 3D para poder reconstruir las características de estos escenarios.

Palabras clave:  catálisis urbana, Arequipa, espacio urbano, higienismo.

 

 

ABSTRACT

Urban catalysis is the process in which an element of the city – building or public space – generates a multiplying impact on the characteristics and roles of other surrounding elements. This article explores the catalytic effect that the transformation of the Plaza de Armas meant for Arequipa after the earthquake of 1868 and the consequences it had on other surrounding spaces, as well as on the architecture and on the perception of the urban landscape by the inhabitants of that area. epoch. The hygienic ideas, brought by English and Italian immigrants after the construction of the railway, promoted a revolution in the way of experimenting and constructing urban space, moving from a utilitarian vision of a rural colonial town to the deliberate construction of a modern garden city. in the middle of the desert. For this research, the study of primary and secondary sources, such as documentary and photographic review, is integrated with the analysis of spatial syntax and 3D modeling to be able to reconstruct the characteristics of these scenarios.

Key words: urban catalysis, Arequipa, urban space, hygiene.

 

INTRODUCCIÓN

La llamada "catálisis urbana" es un concepto de planificación que tiene como objetivo lograr cambios positivos en las ciudades mediante la búsqueda de intervenciones o catalizadores clave que puedan iniciar un efecto multiplicador de renovación urbana y crecimiento sostenible. Attoe y Logan definen la catálisis urbana como “el impacto positivo que un edificio o proyecto urbano individual puede tener en proyectos posteriores y, en última instancia, en la forma de una ciudad” (1992). Dado que las ciudades son ecosistemas dinámicos, incluso los cambios a pequeña escala pueden tener con frecuencia efectos significativos y duraderos. La catálisis urbana reconoce que las intervenciones planificadas pueden impulsar el crecimiento económico, mejorar las condiciones de vida y fomentar la cohesión de la comunidad, ya sea que impliquen reutilizar espacios vacantes, mejorar el transporte público o fomentar la construcción sostenible. Estos catalizadores tienen el poder de iniciar una reacción en cadena de avances conectados que dan como resultado entornos urbanos más vivaces, robustos y sostenibles (Oswalt, Overmeyer, & Misselwitz, 2014).

Sin embargo, si bien muchos de los estudios sobre catálisis urbana se han centrado en ejemplos contemporáneos de planificación y diseño urbano, lo cual en ocasiones se adentra en el campo de la especulación subjetiva, este fenómeno no es nuevo, y es posible identificar ejemplos de desarrollo urbano catalítico en el pasado, en los cuales es posible medir con mayor exactitud sus causas, efectos y consecuencias. El enfoque de catálisis urbana es un aporte importante en los estudios urbanos históricos porque muestra los factores dinámicos que han influido en la evolución urbana a lo largo del tiempo (Zheng & Xu, 2021). De esta forma, se pueden identificar los momentos críticos que provocaron cambios urbanos importantes al observar intervenciones estratégicas e iniciativas transformadoras dentro de las ciudades. Estos detalles ofrecen un contexto para comprender el desarrollo de los paisajes urbanos, las razones detrás de las decisiones tomadas en la planificación urbana y los efectos a largo plazo de las intervenciones catalizadoras (Fan, 2020). La investigación sobre catálisis urbana también permite comprender la compleja interacción entre los aspectos sociales, económicos y ambientales del crecimiento urbano histórico. Este conocimiento es crucial para la planificación urbana moderna y las técnicas de construcción de ciudades sostenibles (Balvočienė & Zaleckis, 2021).

El presente artículo explora la evolución ocurrida en la ciudad de Arequipa entre 1868 y 1940 desde la innovadora óptica de la catálisis urbana, analizando un periodo cuando la ciudad experimentó una revolución urbana y conceptual que la llevó de ser una ciudad colonial a una ciudad física y mentalmente cercana a su paisaje, abrazando los postulados del higienismo. Para ello, se realiza una revisión histórica de fuentes primarias y secundarias que expliquen el contexto de esta ciudad y los motivos de su transformación, para luego analizar la evolución de sus espacios públicos, tanto las plazas como las calles y avenidas.

MÉTODOS Y MATERIALES

El sitio

Arequipa es una ciudad al sur del Perú, a 100 kilómetros del Océano Pacífico, en el valle de Chili del desierto andino. Es una ciudad única en el Perú y América por el carácter de su diseño urbano, espacios públicos y calles, el calibre de sus monumentos arquitectónicos y el uso distintivo de los materiales.

Siglos antes de que llegaran los primeros exploradores españoles, numerosas poblaciones aborígenes ya se habían establecido en una serie de aldeas rurales orgánicas y no planificadas a ambos lados del río Chili (Zeballos Barrios, 1973). Tenían una estrecha conexión con la naturaleza y con el río, al que veneraban como a un dios. Antes de la llegada de los españoles, la forma general de los asentamientos era orgánica, no planificada y espontánea, con un perfil urbano irregular. Galdos Rodríguez (1990) afirma que las viviendas estaban construidas con adobe y tenían techos de paja, con cercas esporádicas de piedra y adobe en el medio. Las callejuelas estaban espaciadas de manera desigual y tenían entre 5 y 6 metros de ancho.

En 1540, los españoles organizaron las comunidades indígenas en reducciones o barrios de indios, como San Lázaro en la orilla oriental del río Chili y Yanahuara en el lado occidental. Debido a esto, la segregación racial y socioeconómica se expresó en los patrones urbanos. Además, los conquistadores construyeron una ciudad en forma de parrilla de 49 cuadras en 1540 que tenía su centro en la Plaza Mayor y era hogar casi exclusivo de españoles (Tomasio Bouroncle, 2015). Independientemente de las actividades cercanas, cada calle tenía la misma jerarquía espacial y sección transversal. La relación ancho/alto era de 2,2 y las calles tenían 10 m de ancho. Para el pavimento se utilizaban guijarros y por él discurría un canal de agua para llevar el agua del río a las huertas y evacuar los desechos (Gutiérrez, 2019). Por otro lado, los españoles prohibieron cualquier culto al río porque se guiaban por puntos de vista católicos tradicionales, según los cuales el único Dios es una entidad suprema impersonal y no los elementos de la naturaleza. El río, por otro lado, era visto como una barrera y la parte trasera de la ciudad. Debido a la accidentada geografía, las riberas del río se denominaban “La Barranca”, y albergaban instalaciones de producción como huertas, molinos y mataderos (Figura 1).

Figura 1

Mapa de 1784

Nota: Mapa realizado por Vélez para el alcalde Álvarez y Jiménez. El Norte está girado.

 

Luego de la independencia peruana en 1821, Arequipa adoptó nuevos estilos arquitectónicos, trayendo consigo una representación idealizada del "mundo culto". Sin embargo, se conservó el patrón urbano de cuadrícula de la construcción metropolitana (Tord, 1988). En lugar de crecer horizontalmente, la ciudad se desarrolló verticalmente y aumentó la ocupación de las manzanas. Al igual que en Lima, que mantuvo su imagen virreinal hasta la segunda mitad del siglo XIX (García Bryce, 1984), los cambios en Arequipa fueron muy lentos, hasta 1868. La adición de un segundo piso a las viviendas destacó la compacidad del paisaje urbano, mientras que la relación ancho/alto cambió a 1.4. La consistencia y horizontalidad del horizonte quedaban resaltadas por los balcones, cornisas y basamentos, que eran interrumpidos rítmicamente por los pórticos y ventanas. Hasta la construcción del sistema de alcantarillado subterráneo a finales del siglo XIX, las aceras estaban compuestas por losas de piedra y un canal principal de agua quedaba al descubierto (Carpio Muñoz, 2019).

Métodos

En este artículo, en primer lugar, se analizarán los factores que generaron la transformación de la ciudad. Posteriormente, se verá la influencia de ellos para la aparición de nuevos tipos de vías. Luego, me centraré en la evolución de la Plaza de Armas como elemento catalizador que desencadenó un efecto de reacción en cadena en Arequipa. Finalmente, se explicarán los criterios que permitieron llevar a cabo el proceso catalizador, explicando la mejora de los espacios públicos y el papel del río como recurso paisajístico fundamental en la ciudad.

Para ello se utilizará la revisión de fuentes primarias y secundarias, incluyendo textos, grabados, fotografías y mapas. A partir de los datos escritos y fotografías consultadas se han realizado modelos 3D detallados para la reconstrucción histórica de la plaza y otros ambientes urbanos.

LA CATÁLISIS URBANA EN EL ESPACIO PÚBLICO DE AREQUIPA

Antecedentes

Hubo importantes influencias económicas, sociales y culturales que comenzaron a cambiar el paisaje urbano alrededor de 1900.

a.      El aumento del comercio con Europa, particularmente la exportación de lana de alpaca, fue el factor clave que condujo a los cambios urbanos en la ciudad. Arequipa albergaba un gran número de empresas comercializadoras de lana europeas (Meza & Condori, 2018). Estos comerciantes europeos introdujeron nuevos conceptos filosóficos y artísticos, inspirando a los locales a construir una ciudad-jardín.

b.     El terremoto de magnitud 9.0 que azotó Arequipa el 13 de agosto de 1868 y destruyó por completo los edificios de la ciudad. Debido al uso de diseños urbanos creativos, métodos de construcción modernos y nuevos materiales durante la reconstrucción, el terremoto representó un punto de inflexión en la expansión urbana de la ciudad (Figura 2).

c.      La finalización del ferrocarril, que unió Arequipa con la costa en 1871, no solo hizo posible exportar fibra de alpaca a Europa, sino que también facilitó la importación de productos y suministros, así como de personas e ideas. La ciudad comenzó a crecer hacia el sur como resultado del crecimiento del ferrocarril y la ubicación de la estación de tren.

d.     La revalorización del paisaje. El objetivo del movimiento higienista era establecer un nuevo orden moral, así como una sociedad "limpia" y "saludable".

e.      La celebración del IV centenario. Arequipa celebró su cuarto siglo en 1940 con una serie de proyectos urbanos y construcciones emblemáticas (Quiroz, 2011).

Figura 2

Efectos del terremoto de agosto de 1868

Nota: Se puede observar el canal de agua que aún discurría por el medio de la calle. Fotografía tomada de la Colección Ángel Aguilar.

 

Configuración físico-espacial de las calles

La colocación de árboles en las vías fue una noción innovadora en el diseño urbano de Arequipa, fusionando los principios del higienismo con la preservación de una fuerte relación con la naturaleza. Además de hacer la ciudad más atractiva, los bulevares mejoraron el microclima de la ciudad al reducir los impactos del clima seco de Arequipa y la alta incidencia del sol. En contraste con el carácter homogéneo de las calles del centro colonial, los árboles enfatizaban la jerarquía otorgada a los recorridos. El patrón rítmico generado por los árboles y otros elementos urbanos incentivó el paseo y resaltó la direccionalidad de las avenidas. En comparación con las calles del damero colonial, el ancho de las calles aumentó entre un 50 y un 70%. La relación ancho/alto era de 2,5, pero el jardín frente a las viviendas daba una mayor sensación de apertura, aumentando esta relación a 3,5. Así, el límite entre el espacio de la calle y el inicio de la propiedad privada, que tan fuertemente estaba definido en la calle colonial, se volvió más difuso (Figura 3).

Figura 3

Sección esquemática de un bulevar lineal arequipeño

Nota: Gráfico de Carlos Zeballos V.

 

Tres nuevos tipos de calles se incluyeron en el paisaje arequipeño (Zeballos-Velarde, 2022):

a.        El bulevar recto, que siguió el modelo parisino, aunque fue hecho a una escala más modesta y no involucró la destrucción de viviendas. Estos bulevares incluyeron vegetación a los costados o bien una berma central arbolada. El Bulevar Parra, erigido en 1871 por el alcalde Juan Parra del Riego y que unía la cuadrícula colonial con la estación de tren, fue el primer ejemplo. El Bulevar Parra fue diseñado con vegetación, mobiliario urbano, macetas y hasta estatuas, ya que representaba el saludo de Arequipa a los visitantes que llegaban en tren. El inicio del bulevar era el Parque Melgar, que servía como lugar de reunión tanto para los viajeros como para sus familias, ya que estaba situado frente a la Estación. Otros bulevares importantes fueron Siglo XX, Tacna y Arica, Goyeneche y Jorge Chávez.

b.       El bulevar ondulante, que siguió un patrón más bien inspirado en modelos californianos. Si bien su trazo tenía una forma general curva, este patrón se asemejaba al bulevar tipo recto. En contraste con la rigidez de la cuadrícula colonial, combinó la diversidad y apertura de la modernidad con una "nostalgia moderna por las irregularidades del paisaje urbano" que antes fomentaba un "espíritu de comunidad" (Kostof, 1992). El bulevar orgánico se empleó en proyectos de habilitación residencial del siglo XX como Selva Alegre o Vallecito, donde la Corporación de Ferrocarriles del Perú construyó el Bulevar Martínez en 1926, una avenida arbolada curva de 700 m de largo y 16 m de ancho para unir el Bulevar Parra a un paseo a lo largo del río Chili.

c.        El paseo ribereño que era una vía de borde que se desarrolló en un principio en la parte superior de la cuenca ribereña, aunque posteriormente también apareció en la parte inferior, directamente al lado del río. Uno de los lados de la calle tenía una calzada, mientras que el otro tenía un paseo abierto o parque lineal con vistas al río que contaba con mobiliario urbano para fomentar la reunión de personas y la apreciación del entorno paisajista.

d.       El Paseo de la Alameda, construido por Álvarez a finales del siglo XVIII con el apoyo de la élite conservadora arequipeña, fue el primer paseo ribereño de la ciudad. El paseo era un amplio bulevar pavimentado, cerca de "casas bien construidas con miradores y balcones" y estaba situado junto al Puente Viejo en la cima del borde occidental del Chili (Gutiérrez, 2019). Desafortunadamente, los arcos y otras estructuras fueron demolidos por el terremoto de 1868, por lo que el paseo se convirtió brevemente en un mercado al aire libre. Sin embargo, fue reconstruido en 1905, retomando en parte su popularidad.

Otro ejemplo de paseo ribereño es el bulevar Bolognesi, de 1,0 km de longitud, diseñado especialmente para disfrutar del paisaje fluvial. Fue terminado en 1910, conectando el Puente Grau con los populares baños de Zemanath. Casas tipo jardín se ubicaron en el lado oeste del bulevar, mientras que, en el lado este, frente a la ribera, se erigió un parque lineal con vista a las chacras y al río, el cual se ubica 15 m más abajo. Debido a la topografía irregular del acantilado, la anchura del paseo varía de 52 m. a 12 m. El parque incluía áreas de recreación, jardines, un monumento a Bolognesi y una estructura de cenador conocida como el Quiosco Chino. La disposición de los jardines incluía figuras geométricas, como estrellas o espirales, inspiración del jardinero italiano Lucioni (Carpio Muñoz, 2019). Una balaustrada neoclásica de 1,2 m de altura delimita el borde, mientras que el mobiliario, bancos y farolas se construyeron en el mismo estilo que los del Puente Grau y el Parque Grau, junto al paseo ribereño.

La transformación de la Plaza de Armas

En Arequipa y en Hispanoamérica en general, la plaza se ha constituido como el centro de la ciudad, donde se organizaban de manera centrífuga las actividades primarias. Antes de 1868, la catedral, la cárcel, el ayuntamiento y la residencia del gobernador de Arequipa eran las instituciones principales rodeando la plaza. La gente solía reunirse en ella para utilizar su fuente y conseguir agua y, además, servía como centro de interacción social, como lugar para procedimientos legales, rituales religiosos y antiguo entrenamiento militar. Sin embargo, la actividad más importante desarrollada en la plaza era el comercio, ya que funcionaba como mercado; además, numerosos locales comerciales rodeaban la plaza, y fueron ellos los que construyeron unas arquerías o portales a su alrededor, para facilitar sombra y cobijo a sus clientes. En el propio atrio de la catedral, los dominicos habían construido unos quioscos o “cajoncitos” que rentaban a comerciantes.

Las estructuras circundantes de la plaza resultaron dañadas por el terremoto del 13 de agosto 1868, pero la reconstrucción que siguió alteró significativamente cómo la gente pensaba que debería ser el área pública central de la ciudad. La Plaza Principal pasó de ser un lugar para "comprar y vender" a un lugar para "ver" y "quedarse" como resultado de la noción higienista relacionada con la cercanía a la naturaleza. Así, la catedral fue reconstruida por Lucas Poblete, remodelando las torres y liberando el atrio para una mejor contemplación del monumento.

Las tres arquerías que rodean la plaza fueron reconstruidas y renovadas como parte de un proyecto de Brugada, con modificaciones realizadas por el ingeniero Augusto Tamayo y la ayuda de contratistas italianos, como Aquilino Cappeletti y Juan Albertozzi. Los tres portales se construyeron en una sola planta y se uniformizaron todos los arcos al mismo tamaño y cantidad. Elementos neoclásicos, adornos e iluminación se agregaron a su diseño para realzarlo. Para la construcción se utilizó roca volcánica, incluyendo sienita, basanita del volcán Misti, sillar rosa y ladrillos de Cañahuas (Poncingon, 1928). En 1915 las autoridades municipales decidieron embellecer la plaza realzando su escala y añadiendo un segundo piso a los portales. Las arquerías superiores estaban cerradas con ventanas, diseñadas por el arquitecto Guidi, y estaban coronadas por una balaustrada neoclásica. En realidad, la altura de las arcadas de un piso en comparación con la anchura de la plaza parecía demasiado ancha y plana, con una proporción de solo 1:20 y un ángulo visual de 3°. Cuando se añadió un segundo piso en 1915, la proporción se aumentó a 1:10.

En cuanto al espacio central, su transformación se inició en 1875, cuando Francisco Pietrosanti lo transformó en una zona arbolada, diseñada por López de Romaña (Zegarra, 1875). Se destinó una calzada rodeando la plaza y la parte central fue rodeada de árboles de diversos tipos. Se hicieron diagonales que conectaban las esquinas y tanto ellas como el centro en forma de estrella estaban bordeadas de ficus. La fuente estaba rodeada por un jardín central octogonal de 20 metros de ancho. Sobre cada eje cartesiano se disponían cuatro jardines laterales. En 1908 el paisajismo fue totalmente renovado por Eleodoro del Prado, el alcalde, siguiendo un plan inspirado en modelos europeos que permitía un paseo más relajado. Leopoldo Lucioni, un jardinero italiano, fue contratado para mejorar el área (Carpio Muñoz, 2019). El diseño cuadrangular de la plaza se modificó con esquinas achaflanadas y una pequeña rotonda de césped tomó el lugar del gran jardín central con su fuente. La pileta colonial y la estatua conocida como “Tuturutu” fueron retiradas de la plaza por considerarlas "inadecuadas" a las nuevas corrientes estéticas hasta 1920, cuando finalmente fueron devueltas a su legítimo emplazamiento. Se añadieron también ocho parterres con hierba inglesa, maceteros de mármol y las vallas de hierro se sustituyeron por arbustos. Para aumentar la escala de la vegetación, posteriormente se agregaron árboles e incluso palmeras (Figura 4). Si bien algunos de los servicios que antaño se realizaban en la plaza, como la cárcel o la casa del gobernador, fueron trasladados a otros puntos de la ciudad en el siglo XX, surgieron nuevas demandas públicas, como el uso del alumbrado público eléctrico, el vehículo y el tranvía eléctrico.

Figura 4

Evolución de la Plaza de Armas y sus alrededores

Nota: Gráficos de Carlos Zeballos V.

 

El efecto catalítico en otras plazas de la ciudad

La población local se entusiasmó significativamente por la conversión de la principal plaza-mercado en un parque, lo que elevó su sentido de orgullo y autoestima al ver cómo su ciudad se embellecía después de los desastres. En comparación con el 0,5% de espacios verdes urbanos durante la época colonial, en 1940 más de 200 de las 542 hectáreas urbanas (o el 37%) fueron ocupadas por áreas urbanas ajardinadas, la mayoría de las cuales en la cerca del río, incluyendo parques, paseos y calles con árboles. Sugiero que las ideas clave empleadas en la Plaza de Armas provocaron un efecto multiplicador en varios espacios públicos de toda la ciudad sobre la base de los siguientes conceptos (Zeballos-Velarde, 2022):

a.     el concepto de modernidad: En la Plaza de Armas se aplicó por primera vez la idea de una ciudad en armonía con la naturaleza y el establecimiento de nuevos estándares estéticos e higienistas, que luego se convirtieron en ideas básicas que la población adoptó para el desarrollo de la ciudad en los años siguientes.

b.     Especialización específica de funciones. La plaza, que antiguamente era un mercado, cambió su propósito para convertirse en un lugar de recreación. Algunos de sus componentes, como la fuente que antiguamente servía para abastecerse de agua, se convirtieron en ornamentos. Muchas otras plazas que también funcionaban como mercados locales fueron transformadas en parques, hasta la construcción de un edificio específico para uso de mercado, el San Camilo, iniciado en 1908.

c.      Diseño paisajista del espacio. El desarrollo de técnicas de paisajismo en áreas urbanas, particularmente el uso de vegetación en un espacio público como proveedor de sombra, sonido, deleite visual y escala humana, se introdujo en la Plaza Principal y luego se utilizó en muchos otros espacios públicos. Además, el uso de nuevos materiales y la instalación de mobiliario urbano, como farolas eléctricas, balaustradas, maceteros y bancos, fue un recurso paisajístico habitualmente aplicado en otras zonas, especialmente en la ribera del río.

d.     Movimiento peatonal. El trazado de las aceras de la plaza, particularmente a partir de 1908, favoreció un flujo informal de los transeúntes, en contraste con un patrón anterior más rígido. La idea de caminar de forma casual por un sendero fue una influencia importante que luego se utilizó en el diseño de parques y paseos.

e.      Efecto perceptivo. El embellecimiento de las áreas construidas contiguas a la plaza y la mejora de su escala fue acompañado con técnicas de diseño (como la renovación del atrio de la catedral) que permitieron una mejor percepción de la monumentalidad de la arquitectura circundante. El posterior diseño de parques situados junto a hitos arquitectónicos (como las iglesias o los campanarios) tuvo en cuenta recursos perceptivos para una mejor observación de los monumentos cercanos (Figura 5).

Figura 5

Iglesia de San Lázaro

Nota: a) Iglesia de San Lázaro con un espacio baldío enfrente, en 1880. Foto: desconocido. b) Bulevar y plazuela frente a la iglesia en 1940. Foto: Nicanor Rivera C.

 

CONCLUSIONES

El terremoto de 1868 supuso un punto de quiebre en el desarrollo urbano de Arequipa, sin embargo, la reconstrucción respetó el patrimonio y el trazado urbano de la ciudad. El ensanche posterior incorporó un nuevo paisaje urbano, sufriendo un proceso de modernización y acercando la ciudad a sus recursos paisajísticos. Este periodo tuvo su auge durante las celebraciones del IV centenario de la ciudad en 1940, cuando se realizaron varias obras, entre ellas desarrollos urbanos como la urbanización y parque Selva Alegre y la urbanización IV Centenario.

El desarrollo de nuevos tipos de calles ajardinadas y el acercamiento de la ciudad al río Chili de 1870 a 1940 fue una expresión del deseo de la sociedad de construir una ciudad moderna e íntima con la naturaleza, un cambio ideológico notable después del aislamiento cultural durante la época colonial. La escala del espacio de la calle fue realzada por las nuevas casas rodeadas de jardines, pero al mismo tiempo la individualidad de los edificios independientes contrastaba con la homogeneidad y continuidad previa del horizonte urbano. Sin embargo, los árboles de las calles uniformaron el horizonte urbano y promovieron el intercambio social entre los transeúntes. Asimismo, el desarrollo de paseos ribereños significó un cambio radical en la percepción del río, permitiendo una conexión visual espacial con el paisaje fluvial y transformando la ribera del río de ser la parte trasera de la ciudad al espacio principal de recreación.

Por otro lado, la transformación de la Plaza de Armas de Arequipa de plaza-mercado a plaza-parque (1868 – 1920) es una expresión de la evolución del acercamiento de la población local a la naturaleza y el paisaje. Además de su anterior función sociocultural-cívica, la Plaza Mayor sirvió como sitio para la innovación de conceptos de diseño del paisaje urbano, la consolidación de su coherencia estructural espacial, la mejora de su monumentalidad y escala, y la inclusión de espacios de ocio adicionales.

La reconstrucción estratégica de la Plaza Principal desató un proceso de catálisis urbana en los espacios públicos circundantes, reviviéndolos sin alterar significativamente el tejido urbano y creando un sistema espacial urbano enriquecido por vínculos visuales.

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[1] Arquitecto. PhD en Diseño Urbano y Paisaje por la Universidad de Kioto (Japón), y postdoctorado en RIHN (Kioto, Japón). Ganador del premio “Outstanding Research & Design Awards” en el Congreso Mundial de Arquitectura en Seúl (Corea). Director Nacional de Asuntos Tecnológicos del Colegio de Arquitectos del Perú.